Relatos breves de una vida
Veneno16/4/2021 Resulta muy complicado creerte. Noches enteras de ojos abiertos. Noches de cortinas oscuras que vigilan con sigilo y calma el horizonte de las calles, allá donde acaban, allá donde muere su repecho y se convierten en montaña pobre. Noches de cortinas quietas que patrullan por mí. Alguien viene, alguien se tambalea en mitad de la bruma, eres tú. Y no eres. Alguien baja la pendiente hiriendo con tacones de acero este silencio de seda, eres tú. Y no eres. Un destello en la pared del dormitorio, el reposo de mi pecho en mil pedazos, eres tú. Y no eres. Se puede hilar con veneno una trampa y servirla como una pasta de té. Se puede. Es la argucia de un corazón infectado. Y se puede morder esa galleta con ojos cerrados y alma ansiosa de fe, y morir después, y estar muerto sin saberlo. Se puede también. Es la inocencia de un corazón que camina a tientas entre espinos. Resulta muy complicado quererte. Tardes enteras de brazos abiertos. Tardes tibias de relojes cansados, de pianos descalzos, de vientos descaminados que se levantan con languidez, sin ánimo, con el ánimo de levantarme el ánimo marchito; tardes plomizas de pájaros mudos, de un sol que me mira fijamente sin querer mirarme, sin querer y sin quererme, que me juzga y se apiada, que me acusa y me condena, y que después me indulta; tardes difuntas de esperas sin fruto, de flores difuntas sin color, de mariposas torpes, de recorridos vagos, de murmullos arrugados; tardes intrusas de atardecer prematuro. Alguien baja la calle, eres tú. Y no eres. Se puede morir con tu veneno. Se puede. Yo puedo. Resulta muy complicado perderte.
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Infiel12/1/2021 Contigo es nuevo. Las gotas de lluvia que me arroja este sol de ojos azules no me impiden contemplar tu ventana. No tengo intención de parpadear. Miraré tu ventana hasta caer desfallecido. Creo que son cinco los días que llevo de pie junto al buzón, bajo este sol llorón de ojos azules. Cinco los días, o quizá más, y cinco las veces que he compartido contigo la locura, o quizá más. Cuánto anhelo el temblor de las cortinas, la sombra y el carmín de tus manos en el cristal, el revuelo de tu blusa entornada. No tengo intención de parpadear. Miraré tu ventana hasta caer malherido. Contigo, ya lo sabes, es nuevo. Las gotas de lluvia que golpean el cristal no logran distraerme de ti. Sé que estás abajo, de pie junto al buzón que ayer alimentaron mis cartas. Pesa tanto en mis brazos el reproche que apenas puedo huir de esta cama. No alcanzo desde aquí a ver tu sonrisa, que ayer alimentó el latido tenue de mi corazón y convirtió mi aliento enfermo en un rugido. Son cinco o quizá más los días que tiene mi vida, y son cinco las veces que he caminado descalza contigo el lienzo de las pinturas, o quizá más. No tengo intención de dormir. Ocuparé las noches con el eco de tus manos hasta rendir tu recuerdo. Oigo pasos, pero no eres tú. Contigo, hoy estoy seguro, es nuevo. La lluvia que parpadea entre las luces del día moribundo no consigue alejar el temor con su belleza. Quiero ser fuerte para ignorar el fuego, para ignorar el metal frío que me acaricia el pecho como una seda maldita. No sé llorar. Sólo puedo contemplarte dormida en la cama y fingir que hoy nos conocimos. Cinco días me estrangula ya la sospecha, o quizá más, y cinco son ya los días que he vivido sin vida, o quizá más. No tengo intención de despertarte. Seré sigiloso en mi tortura para no perturbar tu descanso. Te besaré en la frente y, después, caeré malherido a los pies de tu cama. Sigilosamente malherido. Archivos
Abril 2024
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