Relatos breves de una vida
Es ella20/5/2022 Tiene brillo, tiene algo en los ojos, algo en los ojos, hay color rojo en el rojo de su mirada, tiene textura de vida, tiene aliento, tiene la fuerza del tiempo, la fuerza del tiempo, en los ojos, en su vida, tiene color azul en el azul de su sonrisa, es el acorde mudo de una canción marchita, es la imagen confusa de un reflejo, la imagen del miedo, es algo que hay allí, en el lugar que ocupa, dentro y fuera del lugar que ocupa, y tiene algo de un color impreciso que imprecisa su figura, tiene color, y eso es algo que nada tiene, color y fuerza, y presencia, y aroma a chocolate, y es suave como una promesa, y brilla, y quema, y consuela, y tiene recuerdos de color verde en el verde de su risa, y camina por encima del tiempo, y le roba su fuerza, y nos llora, y tiene un llanto que quema, que no consuela, que acobarda, que duele, que se pierde en un laberinto de bobos. -¿Es ilusión? -No. Y vuelve, y trepa, y se burla del tiempo, siempre se burla del tiempo, y le roba su fuerza, es el ladrón de su fuerza, y vuela por encima del pasado, y huele a caramelo, a caramelo caliente, y tiene algo en los ojos, algo blanco, algo gris, algo de un color vago, sin color, y es el acorde silencioso de una caricia, el instrumento burdo de una orquesta sin músicos, de una orquesta sin músicos, los músicos se han ido, y queda ella, con color, con fuerza, la que le robó al tiempo, y nos mira, y se burla, y nos pierde en el laberinto de bobos, y se ríe, y su risa es verde, el color verde del cielo, de la noche, y es un reflejo irreal, no existe, pero atormenta la vida, la disuelve. -¿Es música? -No. -¿Y adónde han ido los músicos? -Están muertos. -¿Y adónde han ido? -No lo sé. Ella tiene brillo, eso sí lo sé, tiene algo en los ojos, y su estructura de vida nos confunde, y me regala el chocolate de sus labios, y ocupa un lugar allí, en el lugar que tanto ocupa, dentro y fuera, y tiene color, es azul, es roja, es verde, es blanca, y negra, y gris, y está en el laberinto de los bobos, y nos acerca de la mano, y nos escucha, cuánto alienta que nos escuche, y tiene algo en la mirada que congela el pensamiento, y es suave como la memoria, la de las cosas que añoramos, y tiene la fuerza del tiempo. -¿Es dolor? -No. -¿Qué es? -Es ella. Nos está esperando. A todos.
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La fortaleza de un niño12/5/2022 Aprovechando la momentánea soledad de la casa, el niño se afana en reconstruir su pequeña trinchera de almohadones. Para él, no existe en el ancho mundo tan hermoso e inexpugnable castillo. Allí se siente seguro, se siente protegido, pues es su suave fortaleza un refugio al que no podrá acceder el monstruo. Allí, entre blandos y mullidos cimientos, se siente feliz. Allí, las heridas ya no le duelen. En ocasiones, con letra demasiado rizada e ilegible, con pausados y tiernos trazos, escribe a su mamá. Son cartas que ella no recibirá nunca, porque el correo no alcanza a llegar donde está su madre. El pequeño, con encendido entusiasmo, le cuenta todo lo que aprende en el colegio, los amigos con los que juega en el recreo, y elude, para no preocuparla, cualquier referencia al monstruo. Su instinto prematuro le hace comprender, además, que es innecesario referir las numerosas jornadas que han transcurrido sin acudir a la escuela. El mejor momento del día, le confiesa, es cuando duerme, cuando sueña. A su manera, con sencillas palabras, relata a mamá esa idílica fantasía que halla en los sueños, tan distinta de su rutina, donde un abrazo sincero lo cobija, donde un beso en la mejilla colorea con vivos matices el oscuro lienzo de su existencia. El sonido de las pisadas abominables estremece su minúsculo cuerpecillo. Con qué facilidad, al desplomarse la noche, destruye papá la preciosa trinchera de almohadones, con qué facilidad captura el monstruo a ese pequeño soberano oculto en su frágil fortaleza, en su hermoso castillo. Los golpes, por reiterados, ya no lastiman al pequeño. Cuando el monstruo se aleje, olvidará el incómodo sobresalto y repondrá con urgencia la sonrisa. Un rey, bien lo sabe, debe ser valiente. Su payasito de madera, súbdito preferente en la fortaleza, está temblando en un rincón, muerto de miedo, y el niño lo toma en sus manos y lo besa, y lo convence, con efusivas muestras de amor, de que no hay razones para sentir temor. En ocasiones, con esperanzas demasiado rizadas e ilegibles, con pausados y tiernos anhelos, el niño imagina un universo luminoso. En sus sueños, lejos del monstruo y de sus golpes, el pequeño esboza un jardín donde poder jugar libremente con sus amigos, a quienes tanto añora. Fuera del alcance de la cobarde alimaña, inmerso en su poderosa e invencible fantasía, el niño recorre a grandes pasos la más bella orilla de una inmensa y soleada playa, donde su payasito de madera, a su lado, muerto de risa, le contagia una insoportable alegría. Archivos
Abril 2024
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