Relatos breves de una vida
Caperu20/5/2020
Sustituyó la caperuza roja por un pañuelo blanco y la capa por un pareo floreado, pero seguía siendo ella. Se desentendió de la cestita de mimbre y ahora lucía un bolsito negro de cuero y remaches donde sólo tenía cabida el mechero y las llaves de casa, pero seguía siendo ella. Había cambiado los zapatitos rojos por unas botas que le cubrían las piernas más allá de las rodillas, pero seguía siendo ella. Y tampoco tarareaba cancioncillas silvestres, sino extrañas e irreconocibles melodías. -Si baaang, si baaang... Y, además, había abusado del carmín y del perfume de melocotón. -Si muuu, si muuu... Aunque, no nos engañemos, a los ojos del lobo seguía siendo la misma encantadora y dulce criaturilla. -Qué sorpresa –dijo el lobo, embutido en su disfraz de guarda forestal-. Tú por aquí, Caperu. ¿Y eso? -Hola. -¿A visitar a la abuela? -Te importará mucho a ti. -Qué insolente que eres, hija. La niña pasó de largo, apretando el paso. El guarda se enjugó la baba y se pellizcó la bragueta. Y echó a correr. La puerta de la casa estaba entornada. -¿Abueli? -Pasa, nena. Estoy en el dormitorio. -Te he traído tabaco. -Déjalo en la mesita, anda. -Huy, tienes los ojos mogollón de raros, abueli. -Los tengo así para... para... para ver mejor en la oscuridad. -Y tienes las uñas superlargas. -Las tengo así para... para hacerte cosquillas mejor, cariño. -Y los brazos... Mírate los brazos, abueli: llenos de pelo. -Para soportar mejor el frío, Caperu. De repente, la auténtica abuela de la niña abrió la puerta del dormitorio de una patada y apuntó con la escopeta al lobo. -¡Jobar! –se sorprendió la niña-. Si tú estás ahí, abueli, ¿quién es esta abuelita? -Un impostor pervertido –le contestó, sin dejar de apuntar al intruso-. Aparta, que le voy a meter el cartucho por donde hace caquita. -Conténgase, señora –le pidió el lobo-, que yo ya me iba. -A ti te voy a enseñar yo modales, degenerado –masculló la anciana. Y apretó el gatillo, pero la escopeta era una reliquia y no hizo pum, y el lobo aprovechó la circunstancia para morder a la abuelita en el cuello y a la niña en un pezón. Y después se marchó, silbando satisfecho.
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Marzo 2024
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