Relatos breves de una vida
Se muere viejo y solo1/10/2020 A Gustavo cada vez lo asusta más el paso del tiempo. Ocurre todas las mañanas, a la hora del desayuno. Lo oye caminar, más allá de las cortinas, despacio, muy cerca de su ventana, acariciando la reja, fingiendo disimulos mordaces. La magdalena queda suspendida en el aire un instante, temblando en su mano, mientras el tiempo pasa, cada mañana, mientras se ríe de él, mientras se aleja. Gustavo está solo, tan solo que a veces no se encuentra en el espejo. Su sombra lo ha abandonado; esa silueta desgarbada que antes se proyectaba en las paredes se ha esfumado con el ocaso de ayer. Las persianas están bajadas; aprendió a escurrirse a ciegas por la casa, a transitar sus breves recorridos sin levantar tropiezos. En el armario de la cocina hay dos cajones: en uno guarda el cuchillo con el que jamás tuvo el valor de herirse las muñecas; en el otro, tres recuerdos de infancia, una fotografía de su madre y una carta de despedida de su mujer: Querido Gustavo: Te dejo. Preferiría morirme otro día, más tarde, pues aún me seduce el alba del otoño y escuchar la lluvia en el tejado, pero hoy he visto a las amapolas sangrando en el campo, y sé que ha sido por mí. El sol que ahora se esconde apenas me ha templado el alma. Es mi hora. Te dejo sin querer, sin propósito. Me alejo esta noche, me muero de ti esta noche. Adiós. Gustavo relee la carta cada madrugada, aprovechando que el reloj está dormido. Con la luz de un fósforo ilumina el papel, y con la yema de un dedo riza las letras delicadamente. Todavía desprenden las palabras el perfume de melocotón, que le arruga los ojos. Gustavo se muere viejo y solo, tan solo que a veces los ratones, ignorando su presencia, le arrebatan la magdalena de la mano. Pero mañana saldrá a la calle a recibir al tiempo, cuando pase. Mañana perderá el miedo y saldrá a la calle a enfrentarse al tiempo, cuando pase frente a su ventana. Así lo ha prometido.
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Los motivos de Margarita12/2/2020 Margarita mató a su marido porque estaba aburrida. Lo mató siguiendo las instrucciones y el consejo de un personaje de novela. Lo mató porque no deseaba seguir siendo una mujer triste y apática. -¿Qué tiene que alegar en su defensa? –le pregunta el juez. -Nada. El juez es pequeñito y redondo, y se parece mucho a la pelota de golf de su marido. Se parece muchísimo, en realidad. -¿Admite los hechos? -Sí. Se la llevan después dos policías, sujetándola con fuerza por el cuello y por las muñecas. La arrastran escaleras abajo y luego le dan una patada en el culo y la meten en un coche azul. El coche se parece mucho a su carrito de la compra; en realidad, es de igual tamaño y huele del mismo modo. En la calle, su vecina Rosa la recibe con un aplauso entusiasmado; le grita que es la mejor, que la admira, y a los policías les dice que son feos y brutos, y que deberían patear también el culo de sus mamás. Uno de los agentes le muestra un dedo y ella enseña los dientes. -Admito los hechos –murmura Margarita-. El juez me ha preguntado y yo le he dicho que sí. Lo que no le he dicho es que se parece mucho a la pelota de mi marido. Dentro del coche, el otro agente se afana en cubrir la boca de Margarita con esparadrapo, pero ella le muerde los dedos. -Ay. Ahora que se fija, Margarita percibe el parecido existente entre el policía y el flamenco de chapa que adorna su salón, ese que está junto a la puerta. En realidad, el parecido es asombroso. -Lo malo de matar a un marido –le dijo el personaje de novela varios días atrás- es que siempre subsiste en las manos el hedor de la culpabilidad. Esto no ocurre, por ejemplo, cuando se mata a una suegra. -Pero yo admito los hechos –insiste Margarita-. No importa. El agente del esparadrapo mitiga el dolor de los dedos con un lametón. -Tienes buenos dientes, cachorrillo –le dice, muy serio. -Admito los hechos. -¿Por qué lo mataste? -Porque era mío. Más tarde, la patada en el culo la impulsa al interior de una celda que, insólitamente, se parece muchísimo a su cocina. En realidad, es idéntica: el fregadero es el mismo, los azulejos también, y el reloj de la pared, y los trapos... -¿Tan tediosa era tu vida, Margarita? –le pregunta su marido muerto. -Tanto. Archivos
Marzo 2024
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